La elección entre diferentes tipos de fondos refleja no solo el perfil de riesgo del inversor, sino también su visión sobre el panorama económico. En el debate entre fondos de crédito y fondos de acciones, es importante considerar no solo la rentabilidad histórica, sino también la naturaleza de los activos, los mecanismos de protección y los comportamientos en distintos ciclos del mercado. En el análisis realizado por Rodrigo Balassiano, especialista en asignación y estructuras de inversión, esta comparación debe basarse en criterios objetivos que ayuden a entender qué alternativa se ajusta mejor a los objetivos a largo plazo.
Fondos de crédito versus fondos de acciones: perfiles, riesgos y retornos
Los fondos de crédito y los fondos de acciones se diferencian, ante todo, por la forma en que generan resultados. Los fondos de crédito estructurado, por ejemplo, operan con cuentas por cobrar, debentures o títulos privados, priorizando la previsibilidad del flujo de caja y una menor exposición a la volatilidad. Son estrategias asociadas a inversores con perfil más conservador o moderado, que buscan protección contra oscilaciones abruptas del mercado y valoran el retorno continuo, aunque sea limitado.
Por su parte, los fondos de acciones están directamente vinculados al desempeño de la bolsa y a las expectativas del mercado respecto al crecimiento de las empresas. Su comportamiento es naturalmente más volátil, exigiendo mayor tolerancia al riesgo y a los ciclos negativos. Sin embargo, presentan un mayor potencial de valorización en el largo plazo, especialmente en escenarios de expansión económica. Rodrigo Balassiano observa que estos fondos son más indicados para inversores con un horizonte temporal más amplio y capacidad para soportar pérdidas temporales.
Otra distinción importante está en el nivel de gobernanza y en los requisitos regulatorios. Los fondos de crédito exigen un monitoreo constante del riesgo crediticio, análisis de contrapartes y robustez operativa para validar las cuentas por cobrar. En cambio, los fondos de acciones dependen más de la competencia de la gestión para seleccionar valores con potencial de valorización, hacer timing de mercado y acompañar la gobernanza de las empresas en las que invierten.
Liquidez, tributación y asignación estratégica
En la comparativa entre fondos de crédito y fondos de acciones, la liquidez también se muestra como un factor relevante. Los fondos de acciones, en la mayoría de los casos, ofrecen rescates más rápidos y operaciones más simples, ya que están ligados al mercado secundario. Por el contrario, los fondos de crédito estructurado suelen tener plazos mayores de liquidación, dado que dependen de la amortización de los activos en cartera o de procesos de cesión.

La tributación también difiere entre ambos. Los fondos de crédito siguen la tabla regresiva del impuesto sobre la renta, con alícuotas que varían según el tiempo de aplicación. En cambio, los fondos de acciones tienen una alícuota fija del 15%, independientemente del plazo, lo que puede ser ventajoso para estrategias de corto plazo en momentos de alta. Rodrigo Balassiano destaca que la planificación tributaria debe ser un componente clave en la elección, especialmente para inversores que realizan movimientos frecuentes entre clases de activos.
Desde el punto de vista de la asignación, es posible —y muchas veces recomendable— combinar ambas clases en un portafolio diversificado. La parte de crédito puede ofrecer protección y estabilidad, mientras que la de acciones busca crecimiento y valorización. Esta composición, siempre que esté alineada con el perfil y los objetivos del inversor, mejora la eficiencia de la cartera y reduce la dependencia de un solo tipo de riesgo.
Consideraciones finales
La comparación entre fondos de crédito y fondos de acciones no debe basarse únicamente en la rentabilidad, sino en un análisis completo del riesgo, la liquidez, la volatilidad y la adecuación al perfil del inversor. Cada tipo de fondo cumple una función distinta dentro de una estrategia a largo plazo y debe evaluarse con base en criterios técnicos y objetivos.
En la visión de Rodrigo Balassiano, el inversor exitoso es aquel que entiende los mecanismos de cada estructura, evalúa los ciclos económicos con sobriedad y toma decisiones conscientes. La diversificación entre clases, hecha de forma estratégica, es el camino más sólido para alcanzar resultados consistentes y sostenibles a lo largo del tiempo.
Autor: Luisa Fygest